DJ Cabestro, siempre en el recuerdo

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Aunque ya ha pasado un tiempo, no podemos borrar de nuestra mente el día en el que conocimos una noticia trágica ocurrida en Nueva York, la muerte de DJ Cabestro, uno de los disc-jockeys más prometedores de la música actual, tras caer al vacío desde el balcón de su apartamento situado en el piso 23 de un moderno edificio, cuando practicaba parkour sobre la barandilla. DJ Cabestro se había instalado en Nueva York recientemente con su novia Mari Loli Pérez-Benavides (en la foto), vecina de Calasparra, amiga y colaboradora entusiasta de la Fundación Calzoncillos sin Fronteras.

Reproducimos textualmente lo que nos dijo Mali Loli: “Llevábamos unas tres semanas viviendo en Nueva York, donde DJ Cabestro tenía bastante éxito. Como no me daba buena espina lo del parkour, yo quería alquilar un bajo para evitar disgustos, pero Cabestro se empeñó en el piso 23 porque según me dijo, el 23 era su número de la suerte. Pues vaya suerte, la del enano, que fue a cagar y se cagó en la mano. Se lo habíamos advertido, olvídate del parkour, que eso es algo que inventaron los listos para que los más gilipollas vayan palmando, selección natural pura y dura, pero no nos hizo caso. Total, que estaba haciendo el tonto sobre la barandilla del balcón, le falló el agarre y a partir de ahí ya sabemos que la fuerza de la Gravedad no te pasa ni una. Menudo hostión que se pegó contra el suelo… una pena, porque Cabestro era buena gente, a mí me quería con locura y era muy detallista, siempre me decía que le gustaba mucho lo bien que pronuncio la palabra “servofreno”, con lo aficionado que era a la mecánica… ya ves, la cantidad de horas que he echao en el gimnasio para tener un culo bonito y el muy capullo me dice lo del servofreno ese, no te jode… en fin, eso ahora ya no importa.” Palabras muy tristes de Mari Loli que nos ponen un nudo en la garganta respiratoria.

La fotografía muestra el momento inmediatamente posterior a la caída mortal de DJ Cabestro. Mari Loli se asoma al balcón y contempla horrorizada la escena. Cuando miramos a esta mujer atenazada por la angustia, inevitablemente nuestros ojos se posan sobre su mano izquierda, tensa a más no poder, que se aferra desesperada a la barandilla.

Todos los miembros y miembras de la Fundación Calzoncillos sin Fronteras expresamos nuestras condolencias a Mari Loli Pérez-Benavides y deseamos que supere este amargo trance con la mayor entereza posible.

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